¿Lo sientes?

¿lo sientes?

   


 —No ves nada. Está todo muy oscuro. Reconócelo nos hemos perdido. ¡Mira, Luck! ¡Eh! ¡Allá! Jaja ¡Lo encontramos!— Su cara era de expectación total, casi tanto como la mía.
    —Lo veo Kat, lo veo.

    El paisaje al otro lado del diminuto túnel era espectacular: colores brillantes, fauna idílica y una sublime compañía, la joven Kat. Este sería nuestro pequeño rinconcito, donde poder encontrarnos a solas y disfrutar de esos momentos robados. Sí, aquí estaríamos lejos de la guerra que ocurre un túnel, dos caminos y un río más allá.
Kat tiró de mi mano y caímos rodando hasta chocar con un pequeño arbusto, sus ásperas hojas nos rasgó las armaduras de cuero. Las risas y los gemidos se mezclaban con el canto del riachuelo y el susurro de los pájaros; la suave brisa zozobraba por las nubes. ¡Todo era tan perfecto! Nuestros ojos se encontraron y besaron nuestras pupilas; labios abermejados, abiertos, ansiosos de delirio.
                                  .
                                  .

    La luz volvió, pero la partida del juego se la había perdido. Las relaciones a distancia nunca fueron fáciles.

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