Quizá cinco

quizá cinco



Cinco campanadas de mariposas volaron hasta el puñal ronco y lloroso. Sin ganas, la joven cubierta por cinco sutiles mariposas emprendió su vuelo al cielo, hasta los pistilos de la flor sin nombre. Cinco lágrimas ruedan, lástima que cayeron en el corazón; quizá, quizá...


Caminó sin rumbo, custodia de mariposas. Cinco, no más. Llegó a un roble, cinco siglos, ¿quizá? Rodeó los anillos del obsoleto cascarrabias, necesitaba encontrar su sino o ¿era su camino? Un zapatito perdió en su quinto paso, mas siguió volando. Y, esta vez, saltó al valle.



Cabeza, le traía de cabeza el amante. Rojo de pelo, gris de corazón; solo cinco alturas lo perdían, cinco estaciones del año y un único zapato. Quizá, solo quizá, despegó un parpado y, solo quizá, cinco marcaba el reloj.

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