Frío, sale y entra, frío. Retraído consumía la paciencia a
una simple mariposa entre las llamas de la soledad. Gemidos roncos del frío,
roto, podrido. Angustia por las tildes olvidadas de tu nombre.
Sale y entra, frío… frío… Repito, repito como una oración
hueca, recia, taimada. Sigo, el camino hacia las letras que me envías. Palabras
solo son promesas afónicas que se desdibujan con el tiempo.
Froto mis brazos, sucios de caricias ineptas que andaban
perdidas entre tu fuego fatuo. Se repite una y otra y otra vez. Sale, frío y
frío, entra.

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