Todo lo que te rodea es muerte.
El tiempo se ha parado para que cale en tus huesos la
sensación de frialdad que comenzará a serte terriblemente familiar, cuando la
soledad se alce como una capa asfixiante.
¿El espacio? Un terrible escenario de destrucción: todo ha
cobrado un tono oscuro, cobre, que la luz evita reflejar.
Escombros te cubren los pies. Polvo tus manos.
Las nubes tapan al Astro Rey el dolor de ver el caos alzado
como nuevo Dios de dioses…
Tus ojos, huecos con un brillo apagado de lágrimas que
siempre discurrirán entre la verdad y lo taimado.
La servidumbre de un nuevo orden, ¿impuesto o buscado? ¡Qué
más da!
La realidad establecida se ha reducido a un encierro sin luz.

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