Historias y fábulas que construyen identidades

Historias y fábulas que construyen identidades


Esta entrada, como dice el título va de historias y fábulas que construyen identidades. He pensado cientos de maneras de abordarlo, de cómo contártelo, porque es algo que quería hacer; porque es algo que, aunque no nos demos cuenta, puede ser importante para alguien. No sé cuándo lo leerás, ni si se quedará mucho tiempo, porque dejará de ser mía (será un poco tuya, en cierto modo, pues la conocerás) y eso puede asustar.)


Cierra los ojos.
Inspira hondo.
Sumérgete de la oscuridad en te rodea.
Espira despacio.
Nota como te queda grande la piel. Esa coraza que muestras al exterior te va grande, no es de tu talla y no es porque tengas que crecer, no. No se amolda, porque es una proyección que la sociedad ha hecho de lo «debería ser una vida normativa». ¿Comprendes la situación? ¿Lo has sentido?
Ya puedes abrir los ojos.
Cómo toda historia, está comienza con una protagonista, anodina, tal vez insulsa en su vida exterior, pero apasionada en la interior. El punto de inflexión sucede en la adolescencia...
Una vez más, Elle había quedado con sus amigas y una vez más se sentía pequeña. No pequeña de edad o tamaño, sino de madurez. La conversación atravesaba diferentes derroteros, algunos más naif que otros. La inocencia es algo que que va y viene; sin embargo, es desterrada en esa edad que «debes» aparentar que no lo eres. Se quedó callada mientras las escucha:
—Habéis visto qué bueno está.
—Uf, no hace falta que lo digas. —Risas cómplices.
—¿Soy yo o hace mucho calor? — Más carcajadas.
Ser invisible siempre había sido su súper poder. Por lo que se servía de él para rehuir esas conversaciones que tan poco naturales las encontraba.
Una de las peculiaridades del ser humano es que tendemos a pensar que todas las personas poseemos las mismas vivencias, que si algo nos es natural ¿cómo no lo va a ser para los demás? El cine, las series, la literatura suelen funcionar como espejos de la sociedad e, incluso, como modelos a seguir. Así pues, Elle estaba convencida de que las personas seguían esta «moda»; de que esas interacciones se modulaban por aquellos discursos. La diferencia radicaba en que, tal vez, a elles, se les daba mejor. Solo eso.
Los días, las semanas, los meses pueden pasarse mejor si encuentras una lógica (aunque sea absurda) a lo que te pasa, pues todo parece que se torna anodino; tan solo hay que aprenderse las bromas de «adultos» (esas que se relacionan con la sexualidad). Claro que también pasan otras cosas: es esa época de la vida en la que parece obligatoria la pérdida de la virginidad. Algo que parece que tienes que pasar cuanto antes y, una vez pasa, ya ha pasado. Claro que la situación cambia ligeramente cuando esa parte del cerebro (inconsciente y que no se traduce en palabras, solo en sensaciones) dijese algo así como  «¡eh, haz esto, ya verás como va a estar muy bien» y a Elle no se lo decía; sin embargo, tampoco era capaz de descifrar esto. No llegaba a entender qué ocurría a su alrededor y tan solo quería que pasase lo que tendría que pasar. El resultado fue que optó por aislarse. Algo en todo aquello no le interesaba y estaba cansada de sentirse perdida, de intentar poner al día con algo que se le escapaba de entre las manos como el agua. Así pues, Elle decidió disfrutar de sus días como a elle le venía en gana.
La perspectiva de ir a la universidad suponían un giro para Elle, pues tal vez, allí podría madurar y ponerse al nivel del resto del mundo en no sabía muy bien qué. Tal vez dejara de causarle rechazo algo de lo que entendía que ocurría en una pareja. Pues existía algo que le echaba para atrás, algo que no terminaba de encajarle. Pues Elle seguía sin saber qué le pasaba, pues, en los últimos tiempos, parecía que esta parte de su vida no encajaba con algo preestablecido. Y esto termina haciendo mella.
Elle disfrutaba de su día a día con sus estudios, hacía amigues, alguna persona le llamaba la atención... la situación parecía «normal». Bueno o lo se espera que sea la vida de une joven. Porque, ahí estaban, unas perspectivas sociales que hacían mella en Elle, dejando una herida que sangraba a diario...
Existe una cosas que nunca hay que hacer, no por lo menos hasta que tienes un sustantivo claro sobre el cual buscar información: googlear algo. Elle tenía la sensación de que, si todo el mundo parecía a gusto cumpliendo una norma impuesta, tal vez, fuese elle quien no se encontraba bien o quizá estaba haciendo algo mal. Buscó con su ventana de incognito en el teléfono, casi como si hiciese algo ilegal al intentar conocerse. Entre los resultados a una búsqueda nada certera, se sugirieron diversas enfermedades que podía padecer. Por supuesto el ánimo de Elle decayó y su mente divagó y un pensamiento recurrente revoloteaba entre sus hilos de pensamientos «¿Debería ir al médico?».
Mientras se sucedía este runrún, el resto de su vida no parecía poseer una cadencia palpable: pues se sentía feliz y no notaba que nada le faltase. Nada más allá de aquellas expectativas que ahogan a muchos. Llegó el día de hacer una visita a su madre. Hacía mucho que no la veía y, tal vez, contar cómo se sentía podría ayudarle, decirle que estaba bien, que era «normal». Los nervios crecieron, su irritación aumentaba hasta que sus miedos explotaron al llegar a su hogar. Le contó cómo se sentía, sus preocupaciones, sin mencionar las enfermedades. La respuesta que recibió no era lo que esperaba:
—No te preocupes. Ya llegará la persona adecuada. Todavía no ha llegado tu momento. Ya maduradas.
Aquella palabras no eran nuevas, pues Elle ya se las había repetido constátenme a sí misma. Sin embargo, escucharlo de otra persona ahondó mucho más en el sentimiento de que estaba rota y algo no iba muy bien. «¿Cómo le podía pasar eso a elle? Bueno tal vez solo tuviese que fingir hasta que encontrase a la persona...». Su incomodidad fluctuó según el momento, pero con los trabajos y exámenes su mente podía ocuparse en otros asuntos, pues ¿la vida es algo más que la atracción sexual, ¿no?
La luz a la vida de Elle vino de la mano de un e-mail de su universidad un día a finales de mayo, para un seminario LGBT+. En el cuerpo del correo aparecía la palabra asexualidad. Le llamó la atención y se dispuso a buscar información. Además, como si el mundo entero se alinease, en la TL de su Twitter comenzaron a aparecer tuits sobre el tema. Busco información y, cómo no cualquier golpe de suerte fortuito, se acaba.

Leyó cientos de artículos cargados de acefobia con los que no se sentía del todo identificade y que rezaban «Jóvenes que viven sin sexo. La nueva moda» (y un puñado de variantes más). Esa no era su posición, tal vez le fuera indiferente, pero sabía qué podía necesitar y qué no. Sin embargo, en la insistencia está el éxito (o algo así) encontró definiciones más correctas y alguna experiencia. Esto último le hizo ser consciente de la realidad de que tendría que tomar decisiones si quería tener pareja... Aquello parecía una carrera de fondo.

Se puso la etiqueta y fluctuó su certeza de pertenecer al colectivo por miedo a ser una intrusa, pues no todos los datos a los que podía acceder poseían la información más rigurosa. Más allá de esto. Elle consiguió verse como una persona completa, no rota o que necesitaba fingir para ajustarse a un molde de «normalidad» que no se ajustaba a elle.



Conocerse a sí mismo es algo arduo y muy duro. Nadie nunca te dice que descubrirte llega a ser un proceso largo, que no naces sabiendo cada rincón de ti mismo. Menos todavía si debes salirte de la norma para conocerte. Espero que este relato te haya servido o te haga pensar sobre la «normalidad» preestablecida que tanto nos constriñe. No sé si habré sabido plasmar esta experiencia o parecerá coja, pero, de nuevo, te recuerdo que existen los comentarios para dejar cualquier pregunta o el formulario de contacto 😄.


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Antes de despedirme me gustaría definirte la asexualidad:
persona que no experimenta atracción sexual o la experimenta en niveles muy bajos.

Tal vez, primero debería haberte contado que la asexualidad es una orientación sexual y, por lo tanto, no se elige y es valida. ¡Ah! y, por supuestísimo, pertenece al colectivo LBGTIAQ+. Espero que coincidamos en estas líneas. Esta definiciones, que tal vez creas que no son necesarias, que quizá puedas opinar que existen demasiadas sexualidades. 


Imagen sobre un fondo azul oscuro. A la izquierda un móvil blanco que está haciendo una foto a una chica blanca, pecosa, con el pelo corto pelirrojo. Lleva gafas negras, una gargantilla negra, una camiseta y una chaqueta negra. A la derecha, pone "Mar de Elucubraciones" una línea ondulante debajo y, al fianl, las redes sociales (que también están escritas abajo)

Los links directos a mis redes sociales los tienes aquí: Twitter: @mistery_mary es la que más uso, así que verás reflexiones, libros y RTs a fanarts bonitos. También alguno sobre orientaciones sexuales o sobre cualquier colectivo oprimido. En  Instagram: @maz_ayen_casti verás fotos de libros, gatos y reels, más o menos cutres, también sobre libros. Estos reels estarán sacados de mi Tiktok: @mistery_mary. En ocasiones escribo y lo subo a Wattpad: mistery_mary. Si te gusta lo que hago, puedes invitarme a un café en Kofi.

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