Hace tiempo que quería crear una entrada como las de antes. Esas de solo sentarme frente al ordenado y teclear cosas. Aunque supongo que lo primero debería ser saludarte:
¡Hola, grumete!
Lo segundo sería decirte qué vas a encontrar aquí. Llegades a este punto, te confiaré que no sé muy bien de qué quiero hablarte, no sé qué te vas a encontrar. Tal vez esto te haga abandonar la lectura (no te culparía), pero, seguramente, cuando termine, esta entrada tenga su título y su imagen bonita que lo explique.
Yo vengo con muchas emociones dentro. No sé si te sentirás identificade, pero ¿no te ha pasado que llegó a tu vida una persona con la que es muy sencillo hablar, ser tu misme, comentar todo y nada a la vez? ¿Y no te ha ocurrido que aunque no hableis muy a menudo, esa conexión persiste? Supongo que esto me ha traído recuerdos.
Supongo que esto se puede sumar a la nostalgia que se empeña en crear el mundo: que si reediciones de algo, que si reencuentros, que si una plataforma sube aquella serie/peli mítica... En cierto modo, todo está relacionado y se ha convertido, el pasado, en un lugar confort al que regresar cuando más te apetezca. Como esa persona, ese amigue, que sabes que está al otro lado, a la distancia de un mensaje, pero que no siempre encuentras el momento (a pesar de que pulula por tu mente como un eco constante).
Supongo que el futuro es incierto y más propenso a la imaginación, a crear cientos de escenarios; pero el pasado siempre es cómo revivir experiencias, volver a transitar por un momento, un instante que nunca termina de morir —al regresar una y otra vez a ese momento, a esa novela, esa canción, etc., etc., etc., se superponen recuerdos, emociones y circunstancias que continúan aumentando un poliedro con caras infinitas de evocaciones—.
Y supongo que tiene su encanto.
Tengo varias películas que me gusta revisionar: las del Capitán América, la de Step Up y una lista larga de pelis Disney (Merlín, el encantador, Robin Hood, Los Aristogatos...). Por lo hablar de libros. Bueno, vale, de uno en concreto que es Poeta en Nueva York.
Seguro que tu también tienes unos cuántos, me los puedes contar en comentarios 😀.
Estos textos me transportan, me sirven de catarsis, me hacen olvidarme y disfrutar del momento. Esto me parece que no está pagado, pues el arte me parece mágico. ¿No lo has pensado alguna vez?
El caso es que, estas islas, están ahí y, en ciertos instantes, aparecen como si nada y te arreglan el día. Porque en muchas ocasiones no es necesario ver, leer o escuchar la peli, libro, canción entera, simplemente aparece un detonante y tus recuerdos vuelan.
Por que el pasado es así, impredecible. De un modo distinto al futuro. Y hablando de esto. Las discusiones de Twitter me han recordado algo. Algo curioso. Hay un momento en mi vida que lo tengo marcado. No recuerdo exactamente la edad, porque mi cabeza me dice menos de diez años y mis recuerdos solo gritan siete. Decidí que no iba a dedicarme a la pintura. Yo no sería pintore profesional. Puede parecer una tontería, pero no lo es.
Para mi dibujar, pintar siempre ha sido un refugio —por que estos lugares cálidos, acogedores también los puede generar una disciplina—. Uno que cada vez visito menos. Este arte posee el poder de abstraerme y llevarme lejos o de llevarme a un pequeño universo que solo es mío. El caso es que me encantaba simplemente coger un lápiz y pintar. En algún momento, algo me hizo reflexionar: la pintura también es vender arte, es concebir cosas que te piden otras personas y no estaba dispueste a pasar por ahí. Yo quería hacer cosas que me nacieran, quería divertirme, seguir teniendo esa sensación infantil de magia creadora. Simplemente, era mantener esa ilusión, supongo.
Esto siempre que lo recuerdo, me sorprende muchísimo.
El caso es que sabía lo que quería y cómo lo quería. Ojalá tuviese tan claras las cosas ahora.
El poder de la imaginación era mío para compartirlo o no, pero quería algo concreto. Quizá ha acabado muriendo, pero supongo que nunca sabré qué hubiese pasado si no hubiese aparecido esa convicción. Esto me llevó directamente a pensar en lo que pretendía yo con la escritura. Empecé a contar historias con trece años y, quizá por la convicción de la pintura, nunca he tenido grandes aspiraciones (las metas de cada persona me parecen totalmente legítimas). Yo solo quería —quiero— que llegue a una persona que le haga sentir algo, que le emocione en algún sentido. Eso me parece un grandísimo éxito.
La escritura para mí también es uno de esos refugios, pero es más intempestivo que la pintura, en cierto modo. Es menos fluido que un trazo, pero más certero que la punta de un lápiz. Cuenta y constriñe. Crea y destruye.
Lo curioso de todo esto es que la creación se convierte en ese amigue que está cerca, pero que, en ocasiones, la distancia es más palpable, más real, más incierta.
No obstante, todo es pasado, todo es refugio y todo trae consigo emociones. Es un bagaje que te acompaña, te hace quién eres. Es un tornado y, al mismo tiempo, es la calma absoluta.
He comenzado esto sin saber dónde iba. No sé si realmente he llegado a un lugar concreto. Tal vez solo me apetecía caminar sin rumbo, pero con una compañía invisible.
Los links directos a mis redes sociales los tienes aquí: Twitter: @Misterios_MAz es la que más uso, así que verás reflexiones, libros y RTs a fanarts bonitos. También alguno sobre orientaciones sexuales o sobre cualquier colectivo oprimido. En mi Tiktok: @Misterios_MAz hay vídeos sobre lecturas En ocasiones escribo y lo subo a Wattpad: maze_casti. Si te gusta lo que hago, puedes invitarme a un café en Kofi.
.png)
Bueno para cuándo una maratón de Step que Up???????
ResponderEliminarEste post ❤️
Echo de menos los blogs, su dinámica en general. Es una pena que ya no se le dedique tanto tiempo a los blogs.
Cuando quieras!!!! jajajaja
EliminarGracias 🥰
Ya, yo también. Creo que nos hemos acostumbrado a lo breve e inmediato que nos hemos olvidado de todo esto :/