El arte siempre se encuentra relacionado con lo pasional, con lo volátil, con demasiadas emociones que debes controlar para crear. Quizá, por eso, la relación entre arte y artista es siempre compleja. O, quizá, no sea nada de esto. O, quizá, tan solo sea la personalidad de quien crea. Existen cientos de teorías, opiniones y posturas sobre esto.
Este post en forma de diario, no es para hablar de generalidades, sino de darle forma a lo que sea que me ocurre cuando escribo. Y es que siento que necesito contar algo, también, si alguien lo quiere escuchar, le debo una explicación. Nos encontramos e una intersección en la cual nos encontramos esperando chisme. Todo comenzó porque, una vez, decidí que mi escritura fuese pública para encontrar lectores: alguien con quien conectase ese texto y le llegase. Esto para mi ha sido un desgaste. En especial, por las expectativas que me creo, que gritan en mi mente, palabras vanas que suelta alguien con la mejor de las expectativas.
Para mí, escribir es algo que se mueve entre el placer y el dolor. Algo que me gusta y disfruto, y que sufro mucho. Nadie dijo que el arte fuese sencillo, así que si quieres contar algo con trasfondo, conocer el mundo, conocerte, tienes que moverte por el mundo, cuestionarlo, conocer a las personas. Por supuesto, esto lo hago porque quiero, no gano absolutamente nada con la literatura. El amor al arte es la convivencia del Eros y el Thánatos. Este tipo de drama siempre ha sido del gusto occidental. Soy hije de mi cultura, supongo.
Entonces, una vez la idea está clara y se materializa, el resultado de este proceso puede compartirse o no. Ya he comentado que yo decidí compartirlo. Todo comenzó con unos textos que subí a mi cuenta de Wattpad hace ya ni sé el tiempo. Poco a poco fui compartiendo algún relato más de convocatorias a las que me presenté y no gané (solo los bueno, hubo cosas horribles). Y hace cinco años, comencé ha subir mi segunda novela corta (escrita). Fue al terminar de escribirla que me lancé con la ficción.
No tenía expectativas, no tenía, lectores, ninguna de mis obras las tenía. Es verdad que no soy una persona muy sociable, ni extrovertida, ni alguien a quien la gente quiere acercarse, porque siempre me dicen que doy la sensación de ser muy seria, muy sose, muy seque. Hay gente que me ha dicho que tenían miedo de hablarme. Supongo que todo ayuda a no llegar a nadie. No importa. Tampoco mi objetivo es ser una persona superventas, la verdad.
El caso es que por el camino hice amistades que decidieron leerme. Ahí descubrí que era tener a alguien que te leyera. Me resultó emocionante, un par de amigas me ayudaron mucho a mejorar. Creo que me vine muy arriba, porque me acostumbré, sin ser muy consciente, de tener esos comentarios de vuelta. A que alguien le dedicase su tiempo y le gustase. Por eso creo que simplemente pasar de esto al silencio más absoluto o a promesas que nunca llega me pasó factura.
Y son las expectativas.
Siempre las expectativas.
Hace poco escribí un fanfic que disfruté muchísimo. Fue publicarlo y llenarme de una especie de ansiedad: miraba constantemente los números de visitas, compartiéndolo por si llegaba a alguien. No eran sensaciones bonitas. Llegó un "cuando lo lea te escribo". Y volví a odiar publicar lo que escribo, porque, sé que esto va con buena intención, tampoco que niego que llegará el momento. Pero como que tengo ansia.
Los comentarios a mi obra siempre han sido maravillosos, que lo hago perfecto, genial, maravilloso, estupendo, que cuánta creatividad... No me lo creo, no por que no creo que tenga talento, sino porque, si tan bien lo hiciera, tendría que haber empezado a conseguir algo en la última ¿década? Pero, sinceramente, no creo que ha nadie le interese, puede estar bien, puedo tener talento, puedo haberlo cultivado, pero no estoy en el grupo de personas que escribe cosas que no interesan, no llaman la atención, son raras. No me causa problema esto.
Mi meta no es ser superventas.
Pero ¿qué me pasaba? ¿Por qué me hace tan infeliz que estén publicadas y se pierdan? La expectativas. Yo esperaba que siguiera llamando la atención lo suficiente como para que alguien la compartiese, hablase de ellas. Pero no, el talento, hacerlo bien, por supuesto no es suficiente.
Por ese sentimiento raro, extraño, feo, decidí borrar gran parte de mi obra hace ya muchos meses. Hace unas semanas terminé de quitar el resto. Creo que necesito crear solo para mí. Si me gusta algo, pues puedo intentar buscarle editorial, pero creo que no es para mí el intentar crearme un espacia, usar las redes, buscar lectores. No soy ese tipo de perfil. Solo soy ese artista huraño que va un poco a su ritmo.
Quiero ser tan feliz como cuando escribí este último fanfic, pero no ser nervios por publicar y que se olvide.
El título de esta entrada en "confidencia de una omisión" porque todo esto lo he hecho sin contar nada. Simplemente, he hecho lo que me pedía el cuerpo, lo que creía necesario para reencontrarme con mi arte.
Supongo que también sentía que le debía una disculpa a alguien.

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