Píldora de memoria: ONE OK ROCK

Fui al concierto de ONE OK ROCK. Un momento encapsulado en el tiempo, que me gustaría no olvidar nunca.





Fui con una gran ilusión, pues desde que era niñe no iba a un concierto de estas características. Me vestí con ese collar de Nana, con esos pantalones que me recuerdan a los de Shin y me maquillé inspirándome en Hua Cheng. Todo realzó mi personalidad.


Con calor, di vueltas alrededor del lugar del concierto hasta llegar al final de una cola eterna. Los recuerdos brotan de una serendipia que le llevó a una amiga a recomendarme el grupo que flotan en forma de versos.

«We hurry on (Yeah!), 'cuz we are coming to the end»

El final estaba cerca, pues por mucho que los arcos de las puertas invitaran a adentrarse en una capsula temporal donde ni los minutos ni las horas importaban, tan solo esa felicidad que brotaba del pecho y que se extendió cálida por las extremidades, haciendo un nudo en la garganta, pues la memoria casi lloraba por lo que será incapaz de retener, la pupila del ojo hablaba con la emoción que tan solo quedará en la piel de la memoria. 

Busqué el asiento preguntando a les trabajadores. Me siento, la posición donde el escenario me queda no demasiado lejos, lo tengo centrado. Luces, personas, rodillas juntas que luchan por no invadir respaldo de asientos. Comenzaron los teloneros: Paledusk. El rock lo invade todo. El ruido, la emoción, el apoyo es inconmensurable. Media hora que vuelva con graves rotundos, fuerza emotiva, palabras disonantes.




Llegó el momento del cambio. Media hora para hacer el canje de instrumentos, adoptar micrófonos a los integrantes de One Ok Rock. Y aquí ya comenzaron los aplausos a un técnico de sonido que es ovacionado con emoción. Se palma, es eléctrica.

Silencio.

Oscuridad.

Salieron los músicos y comenzó la magia que duró más de dos horas. Emoción, conexión a través de la música, lágrimas contenidas por un apoyo inesperado. El maquillaje rockero aguantaron mejor el tipo que los ojos que decoran.

Pero, ah, fuera de la poética hay muchos momentos que voy recordando y que tienen la forma de expresión de la alergia del batería, Tomoya. Y es que fue él quién habló en español. Entre las cosas que dijo, entiendo que alguien se la propuso, fue «Me gusta el café con leche in Plaza Mayor». Épico. El humor, esas ganas de que el mundo sea un lugar mejor, denuncias que quizá no tenían nombre y apellidos concretos (cabían muchos si te parabas a pensar), pero sí había un desazón, unas ganas de lucha contra esta jerarquía injusta. Y esto, más o menos, fue lo que dijo Taka antes de cantar «Desilusion:all». Aquí comenzaron mis lágrimas, que continuaron con «Stand out fit it», de mis canciones favoritas y que tengo pendiente tatuarme los versos en japonés en la piel. (Que por cierto, cantó las versiones en japonés). El bajo y la guitarra también tuvieron su protagonismo y demostraron su habilidad, arte y desparpajo:: Ryota, con su cámara de fotos; Toru, rapeando. La bandera de España tuvo su protagonismo, pues en ella habían escrito el nombre del grupo y Madrid. Dio muchas vueltas hasta conseguir ponerla del derecho, lo cual es gracioso y hasta poético dada la situación actual. 

Ahora mismo no recuerdo mucho más..., pero la simbiosis que creó la música. Oh, recuerdo que Taka habló de que pensó en retirarse a los 35 y volver a "la vida normal", pero que les fans le dábamos ganas de continuar. También comentó el poder de la música de cómo un grupo japonés estaba emocionando a un público pese a la barrera idiomática. Prometió que volverán, y, sinceramente, espero poder verlo, porque será una nueva experiencia que se sumará a esta.

Una píldora que me ha alegrado de un modo demasiado intrínseco. Un momento irrepetible que se verá alterado por la memoria, por huecos devorados por el paso del tiempo. Lágrimas sueltas de emoción han grabado en el alma un resquicio de una felicidad que se me había olvidado.




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